lunes, 30 de junio de 2014

#Enfoques sobre la Ley del #Aborto



En este post os ofrecemos una serie de artículos realizados por diferentes expertas y expertos que analizan el impacto del Anteproyecto de Ley del Aborto impulsada por el Ministro Gallardón del Gobierno del PP en España.

Cabe destacar, el rechazo mayoritario que esta ley ha generado en los movimientos feministas, así como en otras organizaciones y asociaciones de mujeres que lo ven como una contrareforma y un retroceso social para frenar la libertad de las mujeres. 

“Hoy hablamos de la supresión del plazo” de María Casado, directora del Centro de Investigación Observatori de Bioètica i Dret de la Universitat de Barcelona, publicado en eldiario.es

“La mujer, ¿sujeto de derechos?” de Argelia Queralt @argeliaqueralt prof. Derecho Constitucional UB. Directora editorial de Agenda Pública  y Silvia Fernández prof Derecho Penal en la UB, publicado en Agenda Pública

“El Anteproyecto de la ley del aborto, frente a los estándares europeos” de Lydia Vicente Márquez @lvicentem Directora Ejecutiva de Rights International Spain, abogada y consultora internacional de derechos humanos, publicado en Agenda Pública

“Nosotras decidimos” de Trinidad Noguera @TriniNMG Doctora en Ciéncia Política en la Universidad Complutense de Madrid, publicado en Agenda Pública http://www.eldiario.es/agendapublica/blog/decidimos_6_136196384.html

“Ley del aborto; una ley que produce violencia de género” de Máriam Martínez Bascuñán @MariamMartinezB prof Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y directora del Máster Oficial en “Democracia y Gobierno, publicado en Agenda Pública

“Las legislaciones restrictivas no evitan los abortos” de Argelia Queralt @argeliaqueralt prof. Derecho Constitucional UB. Directora editorial de Agenda Pública publicado en eldiario.es 


Artículos publicados por Joan Queralt, @JoanQueralt Catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Barcelona.

“Aborto derecho penal y moral” publicado en El País
“Vosotras país, vosotras decidís” publicado en El Periódico
“El aborto como derecho” publicado en El Periódico

“La contra reforma del Aborto” publicado en El País

“La Mujer vuelve a perder” publicado en El País


domingo, 29 de junio de 2014

De diálogos y pactos feministas ...

Carmen Castro
Compartimos este artículo escrito por Carmen Castro, economista feminista creadora de SinGenerodeDudas 

Llevo tiempo dándole vueltas y cada vez tengo más clara la necesidad que tenemos de articular diálogos y pactos feministas; es algo que pensamos muchas feministas con trayectorias diversas, y no se trata de ninguna innovación ni excentricidad, sino la constatación de un hecho cada vez más evidente. Sin embargo, salvo algunas avanzadillas y propuestas concretas, los procesos se eternizan y no acaban de cuajar -algunos incluso se quedan en meras intenciones-.

Así es que me pregunto insistentemente ¿qué pasa, por qué la articulación de pactos feministas no avanza más rápido?

Creo que nos tienen entretenidas. La ofensiva patriarcal contra las mujeres es tan virulenta que están consiguiendo que gran parte de la energía y atención del movimiento feminista esté puesta casi exclusivamente en defender lo más básico: el derecho a nuestra integridad física, psíquica y el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos y sexualidad; en definitiva a defender la base para una vida libre de violencia: la consideración mínima de ser personas. Y mientras nosotras mismas nos vamos agotando, no hay tiempo casi para percatarse de cómo nos va a afectar el nuevo orden económico que está emergiendo de las políticas criminales [neoliberales y patriarcales], porque cada nuevo paso, cada nueva perla anunciada por el gobierno nos acerca más a la no ciudadanía, a la pobreza, a la carencia de servicios públicos y significa una vuelta de tuerca más a la opresión de género multidimensional. 

Aunque el diagnóstico lo tenemos claro, no siempre conseguimos aunar esfuerzos en la acción política colectiva. Así que hay que seguir insistiendo en que es más lo que nos une que lo que nos separa, y que nos iría mucho mejor si conseguimos articular acciones coordinadas y descentralizadas en vez de estar dispersas y suspicaces ante posibles propuestas de feminismo en red. Como dice Marcela Lagarde el feminismo es profundamente insistencialista, universalista y posibilitador de sinergias emancipadoras; desde ese lugar  de interpretación es desde donde escribo y actúo como feminista.

En estos últimos meses he participado en varias jornadas feministas convocadas con el objeto de elaborar un pacto feminista de mínimos de consenso para la agenda feminista compartida. Valoro y agradezco este tipo de acciones, porque dan cuenta de la necesidad emergente y del interés creciente que tenemos en trabajar por los pactos feministas y en conseguir unidad de acción compartiendo una agenda feminista común; y también me provocan algo de desazón al comprobar, en retrospectiva, lo que cuesta integrar propuestas ya existentes sobre las que seguir avanzando, en vez de pretender empezar de cero cada vez.


En el feminismo nunca se empieza de cero; al reconocernos como iguales y otorgarnos mutuamente la autoridad, recogemos también el testigo de quienes nos han precedido, incluso siendo contemporáneas nuestras. El reto no está en competir por el poder o la representación pública, sino en construir relaciones sinérgicas. Que quienes compartamos una visión e interpretación feminista de la vida, sumemos visiones y acciones que nos permitan superar lo fragmentario, lo excluyente, lo binario patriarcal; y que, desde la empatía y el sabernos pioneras, seamos capaces de articular procesos de diálogos y reencuentros de nuestras diversidades, capacidades, conocimientos, experiencias, voluntades, deseos y decisiones de acción conjunta.

En este sentido, hay ya algunas propuestas en el estado español que me gustan especialmente, porque creo que son piezas claves para construir ese encuentro dialógico entre feministas:

·         La iniciativa global de Pacto Feminista por las mujeres, elaborado desde la Plataforma Feminista del Ateneo de Madrid.
·         La iniciativa ‘Diálogos Feministas entre comunidades‘ en la que han participado 50 asociaciones de mujeres de 8 comunidades autónomas (Galicia, Asturias, Navarra, Euskadi, Cataluña, Valencia, Madrid y Andalucía) y que han consensuado un plan de acción común para una mayor incidencia política, articulado desde la Federación Feminista Gloria Arenas a través del proyecto Ruta Violeta.
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Además ha habido otras muchas iniciativas con valor sumativo para ir generando sinergias entre mujeres, como la iniciativa de la Plataforma Feminista de Alicante de articular un pacto entre mujeres por los derechos sexuales y reproductivos y la interrupción voluntaria del embarazo que, si bien no consiguió su cometido de conseguir que las parlamentarias suscribieran un “pacto entre mujeres que garantice los derechos sexuales y reproductivos y la interrupción voluntaria del embarazo, haciendo valer su condición de Parlamentarias, ejerciendo como nuestras legítimas representantes y oponiéndose a cualquier reforma de la actual ley que signifique un retroceso en los derechos adquiridos por las mujeres”, puso en evidencia la #alertafeminista en la que estamos en el estado español y la dificultad de impulsar alianzas entre mujeres cooptadas por las estructuras jerarquizadas de sus partidos políticos y el orden social de género que se impone desde los mismos.

También desde el Foro Feministes de Catalunya se impulsó la iniciativa de realizar un acuerdo de mínimos con movimientos feministas de Catalunya, hombres y mujeres de realidades ideológicas distintas, con el objetivo de que se incluyan en los programas políticos de todos los partidos representados en el Parlamento catalán, 9 exigencias básicas para mejorar la situación de las mujeres como consecuencia de la crisis económica y los recortes sociales. Esta iniciativa se impulsó en el marco de la celebración del 8 de marzo de 2014, en la que se presentó un manifiesto "exigencias básicas mínimas para incluir en los programas electorales" de los partidos políticos, en torno al cual, se consiguió el apoyo de más de 250 firmas de personalidades muy diversas, hombres y mujeres, de la sociedad catalana.

Y así estamos, innovando, insistiendo y pactando por otro modelo de sociedad en el que la equivalencia humana sea uno de los valores que fundamente nuestra convivencia. Y claro está, seguiremos insistiendo,  y en el camino también iremos sumando diálogos y acciones; ¿te apuntas? 



lunes, 23 de junio de 2014

¿Debería el gobierno proponer una mujer para el puesto de Comisaria europea?

Las comisarias 2009-2014


Compartimos este interesante análisis de Didac G. Peris publicado en Agenda Pública 

Una Comisión comprometida con la igualdad pasa por aumentar las 9 comisarias que hay actualmente.

Las elecciones del pasado 25 de mayo han cerrado una etapa y han abierto otra, en la que se decide no solo la renovación de los 751 nuevos eurodiputados, sino la de una gran parte de los cargos políticos a nivel europeo. El presidente del Consejo Europeo, el presidente del Eurogrupo, el equipo de la Alta Representante… todos ellos cambiarán de jefe. La pregunta sobre la igualdad de género ya marcó el proceso de elección de Catherine Ashton. Apostar por una igualdad normalizada desde el primer momento es una de las cuestiones que los estados pueden prever y comprometerse desde el día uno, no solo por un tema de derechos inalienables, sino también por su propio interés político.
A pesar de que el Parlamento Europeo ha multiplicado por dos el porcentaje de eurodiputadas entre 1979 y 2009, los resultados de las elecciones del 25 mayo tienen varias lecturas. Del total de la Eurocámara la presencia de mujeres sube solo un 1,25%. En total, un 36,75%, lejos del 2% de margen que algunas leyes ( como la francesa) considera debería ser lo habitual para respetar y garantizar la paridad en el ámbito político. A ese ritmo se alcanzaría dicho equilibrio en la legislatura de 2098.
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El principio de la igualdad de género, que defienden en teoría todos los partidos (como por ejemplo puso de manifiesto la campaña de una de las asociaciones punteras en España sobre la cuestión,FemTalent), queda siempre mermado en la práctica. El quotaproject (quotaproject.org), del instituto internacional IDEA, ha compilado las leyes electorales que existen en Europa. En Francia, apuestan por listas paritarias aunque no incluyen ninguna propuesta respecto al posicionamiento en las listas (las famosas listas cremallera). Muchas mujeres que podrían ocupar escaños en laAssemblée Nationale quedan desplazadas al final de las listas. En Alemania no hay ninguna disposición legal, pero los propios partidos se han autoimpuesto cuotas, un tercio en el caso de la CDU de Merkel, un 40% en el SPD, o un férreo 50% en el caso de los Verdes. En España la ley electoral pide a los partidos que creen sus listas con el objetivo de que al menos 40% de los puestos elegidos sean mujeres. Algo que los resultados al Parlamento Europeo en 2014 validan. El ratio 40/60 tiene que ser respetado no solo en el cómputo general de las listas, sino también de forma progresiva, cada cinco puestos.  
Sin embargo, con la vista puesta en la próxima Comisión, la igualdad no se presenta solo como una cuestión de derechos y principios. También es una cuestión eminentemente política. Según los primeros trabajos prospectivos solo 5 países de 28 están pensando en nominar a una mujer para el puesto que cada Estado ocupa en la Comisión. En una potencial situación desequilibrada como ésta los gobiernos de Bulgaria, Dinamarca, Hungría, Holanda y Rumanía, por el hecho de proponer a una mujer, salen con una ventaja comparativa decisiva para ocupar la cartera de su preferencia. No sería descabellado pensar que el próximo Presidente de la Comisión (el que adjudica de forma oficial las carteras) preferirá optar por aquellos países que le faciliten la tarea a la hora de formar un equipo lo más paritario posible. Si para ello tiene que utilizar el reparto de las carteras como un incentivo, es de suponer que así lo hará.
¿Acaso no hay ninguna francesa, española, italiana, alemana, o polaca (por citar las principales potencias europeas) que pueda ocupar el puesto de comisaria? 
Una Comisión comprometida con la igualdad pasa por aumentar las 9 comisarias que hay actualmente hasta por ejemplo 14 (por utilizar el 40% que dice la ley española). Sin estados que propongan a mujeres, las matemáticas no salen, y el futuro presidente de la Comisión deberá escoger entre aceptar una Comisión con más del 80% de hombres, o ‘forzar’ a muchos estados a buscar una alternativa. Una igualdad por ‘defecto’ en vez de una igualdad normalizada y sincera. El peor camino, el menos eficiente, y el más alejado del principio de la meritocracia en igualdad de condiciones. 
Además, l@s Comisari@s deberán ser auditad@s, un@ por un@, y ratificad@s colegialmente por el Parlamento Europeo a partir del mes de septiembre y octubre. Se hace particularmente difícil pensar que la cámara que llega abogando por la igualdad de género con cierta vehemencia en los últimos años acepte cualquier retroceso en la composición actual (ya desequilibrada) de la Comisión. Que los gobiernos ignoren esa realidad política a la hora de formalizar sus candidatos a Comisario es ignorar cualquier prospectiva política.  
La igualdad ha sido también garantía de éxito en el colegio actual. Las comisarias que dejarán su puesto han hecho un trabajo brillante, se han convertido en el estandarte visible del ejecutivo: Viviane Reding y sus debates ciudadanos, Neelie Kroes y su agenda digital o Andrea Vassiliou y su Erasmus Plus.

lunes, 16 de junio de 2014

"El desafío del #Feminismo " por Rosa Cobo

Rosa Cobo

Artículo de  - Profesora de Sociología del Género y Directora del Centro de Estudios de Género y Feministas de la Universidad de A Coruña. Publicado en  @eldiarioes

Si no busca respuestas a las dimensiones patriarcales de la economía política neoliberal y se centra en la sociedad civil, en alianza con otros movimientos sociales, corre el riesgo de quedarse fuera de la historia...

Se abre el debate:


El feminismo es uno de los movimientos sociales de la Modernidad que tiene más pasado. En el siglo XVIII, en el contexto de la Ilustración y de la Revolución Francesa, pueden encontrarse los primeros textos que anuncian el nacimiento de un gran movimiento social y de una gran tradición intelectual que aún hoy sigue dando voz a las mujeres que reclaman derechos y reivindican un mundo libre de violencia y desigualdad.
Todas las mujeres, salvo excepciones, tienen salarios más bajos y peores condiciones laborales que los varones. Cualquier mujer en cualquier parte del mundo puede ser violada o agredida por el sólo hecho de ser mujer. Las mujeres, en todas las culturas, incluida la nuestra, son objeto de prácticas culturales que las inferiorizan y las subordinan en nombre de su cultura.Todas las religiones comparten el discurso de la inferioridad de las mujeres. En definitiva, no puede negarse el carácter interclasista del movimiento feminista, pues si bien no todas las mujeres son subordinadas ni explotadas de la misma forma, todas somos potencialmente objeto de la violencia masculina y de las estructuras patriarcales, tanto de las materiales como de las simbólicas.
A lo largo de la historia, el movimiento feminista, pese a que ha tenido debates teóricos apasionados y propuestas estratégicas divergentes en su interior, ha sabido apuntar lúcidamente hacia aquellos mecanismos de poder que han sido más opresivos para las mujeres. Y todo ello lo ha hecho ajustándose a su tiempo y a las condiciones en que podían germinar las vindicaciones feministas. El feminismo, antes o después, ha sabido superar debates intrafeministas que han estado a punto de desgarrar la unidad sobre la que reposa este movimiento.
En efecto, el feminismo ha reflexionado sobre su papel en la historia, ha escudriñado su origen por si pudiese estar contaminado de etnocentrismo, ha reflexionado sobre la alianza con otros movimientos sociales, se ha interrogado acerca de si el conocimiento dominante y las instituciones políticas son herramientas útiles para acabar con las sociedades patriarcales, ha ensanchado su comprensión de la opresión de las mujeres cruzándola con otras dominaciones y, además, se ha autocriticado sobre el papel desempeñado por el movimiento en diversos momentos históricos. Y no sólo eso, pues también ha obligado a la socialdemocracia y a la izquierda radical a pensar en la desigualdad de género y a diseñar y aplicar políticas públicas de igualdad con el objetivo de reducir la desigualdad entre hombres y mujeres.
En cada momento histórico, el feminismo ha sabido identificar políticamente aquellas realidades sociales que en ese momento constituían el obstáculo principal para la emancipación de las mujeres. En el siglo XVIII reclamaron los derechos que habían sido definidos como universales y que les hurtaron tanto las élites patriarcales burguesas como las más políticamente radicales: la ciudadanía, la igualdad, la libertad y la capacidad de ejercer como sujetos racionales; en el siglo XIX, la vindicación política se centró en el voto, en el derecho a la educación, sobre todo, la superior, a la propiedad, al acceso a las profesiones o en la crítica al matrimonio por entender que significaba la muerte civil de las mujeres.
En los años 70, el feminismo radical argumentó que lo personal es político y que las relaciones entre hombres y mujeres son relaciones de poder. Este feminismo colocó en el escenario político feminista el carácter patriarcal de la familia al tiempo que señaló que las tareas de cuidados y domésticas eran realizadas gratuitamente por las mujeres. También desveló que en el seno de la familia tenían lugar abusos sexuales y violencia contra las mujeres. El feminismo radical entró en el ámbito íntimo que hasta entonces se había calificado como privado e iluminó la desigualdad y violencia que tenían lugar en su interior. La sombra de este feminismo ha sido alargada y de hecho aún no hemos salido del todo de su universo vindicativo.
Mientras algunas propuestas del feminismo radical se conquistaban en algunas regiones del mundo y sólo para ciertos grupos de mujeres, el capitalismo, en una nueva vuelta de tuerca, se transmutaba en neoliberalismo y ponía en marcha la reducción de las políticas de redistribución allí donde se aplicaron al tiempo que aumentaba la pobreza en el mundo. En este contexto se inscribe hoy el feminismo.
En mi opinión, el feminismo del siglo XXI debe cumplir dos condiciones para salir fortalecido en este momento histórico excepcional, marcado por la reacción patriarcal y neoliberal. El primero de ellos es que ha llegado la hora de que su mirada se dirija más hacia fuera que hacia dentro. Los debates intrafeministas no pueden ser la actividad fundamental del feminismo, mientras el capitalismo intenta borrarnos de la historia. La obligación de las feministas es ofrecer análisis y respuestas. Y eso pasa necesariamente por vincular el movimiento feminista y la sociedad.
La segunda condición está relacionada con el hecho de que las políticas económicas neoliberales se han convertido en el dispositivo de mayor opresión para las mujeres. Cuanto más abdica el Estado de sus funciones sociales, más aumenta el trabajo gratuito de las mujeres. Y a medida que se transforma el mercado laboral global, empeora el estatus de las mujeres en el interior de ese inhumano espacio. Sin embargo, hay que precisar que el objetivo político feminista no debe ser la crítica de las políticas económicas neoliberales sin más; el feminismo debe ir más allá e identificar la política patriarcal del neoliberalismo.
El feminismo del siglo XXI no debe agotar su crítica política en la brecha salarial o en el mejoramiento de las condiciones de empleo de las mujeres, que son importantes, sin duda alguna. La política feminista debe entender que el capitalismo neoliberal, en alianza con los patriarcados locales, está privando de derechos conquistados a las mujeres que los habían conseguido, está articulando nuevos espacios de subordinación e incrementando la explotación y feminizando la pobreza. Y todo esto en medio de un creciente e instrumental aumento de la violencia contra las mujeres. Si el feminismo no busca respuestas en la crítica radical a las dimensiones patriarcales de la economía política neoliberal y se centra en la sociedad civil, en alianza con otros movimientos sociales, corre el riesgo de quedarse fuera de la historia.

#Feminismo (s) y proceso constituyente


Desde Feministes de Catalunya, hacemos eco de estas Aportaciones para el Debate, la Reflexión  y el Contraste...

Artículo publicado en Feminicidio.net 


La abdicación del Rey Juan Carlos ha abierto un debate sobre el proceso de elección de la jefatura de Estado. Desde los movimientos sociales y los partidos de izquierda y nacionalistas se pide la convocatoria de un referéndum que permita al pueblo decidir sobre este tema e incluso en la calle y en las redes sociales ya se habla de un proceso constituyente por el agotamiento del pacto de Estado de la Transición. Pero, ¿qué opinan las feministas?¿Qué reivindicaciones feministas se deben abordar desde un proceso constituyente? Iniciamos una ronda de opiniones, participantes de distintos movimientos sociales tienen la palabra .

Por Luisa Capel y Graciela Atencio - Feminicidio.net - 06/06/2014

Las entrevistadas respondieron a estas preguntas:
1. Referéndum: ¿ sí o no?, ¿Por qué? 
2. Proceso constituyente: ¿sí o no? ¿Por qué?

Carolina Pulido es socióloga, educadora social y activista de Platoforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) Madrid. 

1.- Sí, sin duda, porque la ciudadanía tiene derecho a elegir libremente la jefatura de Estado y porque tenemos que dejar ya de ser súbditas para ser ciudadanas.
Se convierte en una obligación de la ciudadanía decidir sobre los derechos que queremos reconocernos, decidir sobre el modelo de Estado que queremos, crear un nuevo ordenamiento que permita el nacimiento de una democracia social y participativa y más en un contexto de grave déficit democrático, donde el sistema político y económico actual está agotado y es incapaz de dar respuesta a las expectativas y demandas de la sociedad.
2.- Comienzo respondiendo con una frase extraída de un discurso de Robespierre el 10 de mayo de 1793 en la Convención y que leí en un artículo hace poco. Dice así: “Un pueblo cuyos mandatarios no deben dar cuenta de su gestión a nadie no tiene Constitución. Un pueblo cuyos mandatarios sólo rinden cuentas a otros mandatarios inviolables, no tiene Constitución, ya que depende de éstos traicionarlo impunemente y dejar que lo traicionen los otros…”. No puedo estar más de acuerdo con las palabras de Robespierre, un gobierno que ya no rinde cuentas ante su ciudadanía sino sólo ante los grandes capitales, desde mi punto de vista no tiene constitución y este es el caso del gobierno español a día de hoy.
¿Necesitamos un proceso constituyente? Diría que sí y de forma urgente.
¿Por qué es necesario y porque debemos participar las feministas? Porque necesitamos dotarnos de un nuevo marco político al servicio de la mayoría y desde luego este marco político no puede dejar fuera la perspectiva feminista, es más, el género debería ser la columna vertebral de una nueva carta magna.
Toda esta debacle económica, política y cultural en la que nos hemos visto inmersos en el, de momento, “reino de España”, ha puesto de manifiesto las perversiones del sistema capitalista, pero también ha servido para “descolonizar el imaginario económico” (Latouche 2008) y de esa manera tener la posibilidad de repensar el mundo desde otro lugar. Y este repensar ha de hacerse desde la base del sostenimiento de la vida, tanto humana como natural, lo que se conjuga muy bien con una perspectiva feminista, más concretamente, ecofeminista.
Por otro lado es impensable que en estos momentos de cambio no se tenga en cuenta a las mujeres como sujeto político que han sido protagonistas de los movimientos más transformadores que se han dado en este país, como es el caso de la lucha por la vivienda.
Por tanto no es sólo que las feministas debamos participar con un discurso propio en un proceso constituyente, sino que una constituyente que no sea feminista, desde mi punto de vista, no tendría cabida y desde luego no sería verdaderamente transformadora ni sostenible.

Beatriz Gimeno es miembra de la Federación de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de España (FLGTB) y participa en Podemos. 

1.- Ahora sí. Hace unos meses hubiese dicho que me daba un poco igual porque no era partidaria de cambiar por cambiar el titular de la jefatura del Estado y me parecía más importante ver qué tipo de república queríamos impulsar. Pero ahora, con todo lo que ha pasado, me parece imprescindible impulsar un poder constituyente y la monarquía es evidente que no tiene sitio en el mismo.
2.- Y he respondido que sí porque estamos en un momento en el que las élites económicas, en complicidad con las élites políticas, han roto todos los pactos y consensos por lo que es necesario romper con un sistema que está podrido y que no trae más que miseria y dolor.
3.- Las feministas debemos participar con un discurso propio porque sin ello, el cambio no será más que un cambio parcial. El proceso tiene que recoger las aspiraciones feministas a que se produzcan cambios reales en la jerarquía de género. Si los políticos no nos representan en general, mucho menos nos representan a nosotras, con quienes no sólo no cuentan, sino a las que pretenden imponer legislaciones humillantes que nos convierten en ciudadanas de segunda, como es el caso de la ley de aborto. Las feministas tenemos que estar representadas en todas las instituciones de manera que se produzca una justa repartición del poder político entre hombres y mujeres, lo que no ha sucedido nunca.

 Marisa Pérez, del Movimiento por la Democracia (MpD).  

1.- Si la calle decide hacer un referéndum sobre la forma de Estado pues se hace y ya está. Por un motivo principal y es que si no hay contraparte institucional que atienda las demandas expresadas masivamente por la ciudadanía (esto es, toda la gente que habita en el territorio del estado español): derecho a la vivienda, a la salud, al aborto, a la educación, en definitiva, a una vida digna para todas y todos... tampoco la puede haber para imponernos nada que no hayamos decidido de forma democrática. Ya no estamos dispuestas a seguir aceptando que se decida nada sobre nosotras sin nosotras, sobre nosotros sin nosotros. Tampoco, por lo tanto, la forma de Estado.
2.- Es cierto que tanto la forma de Estado como la división territorial son cuestiones importantes a decidir por la gente, cuestiones que no pueden cerrarse desde una precipitada operación de recambio de élites realizada desde arriba, impuesta a los de abajo. Sin embargo, el asunto fundamental que debemos abordar es el de la democracia tout court. La posibilidad histórica abierta desde el 15M y su grito masivo de "no nos representan", que sigue declinándose hasta hoy de múltiples formas (como el 22M) y, a partir del 25M de 2014 en forma de resultados electorales (amplitud de la abstención, victoria de Podemos, caída del bipartidismo), exige un cambio más profundo de las reglas del juego. Una transformación del marco general de las normas que regulan nuestra vida en común, una nueva constitución capaz de materializar las exigencias innegociables de un modelo económico ajustado a las necesidades de la vida y no de la obtención de renta (democracia económica, reparto de la riqueza) y de un modelo político ajustado al deseo y necesidad de decidir de la ciudadanía (democracia política). Hoy la democracia es un bien tan básico como la vivienda, la salud, el derecho al propio cuerpo, etc., no porque sea más importante que ellos, sino porque sin esta herramienta los demás derechos se escapan de nuestras manos. Y para instaurar la democracia, necesitamos un proceso constituyente.

Carmen San José es activista de la Marea Blanca de Madrid.

1.- Referéndum si, porque pienso que es ineludible consultar a toda la ciudadanía -y por lo tanto defiendo el derecho a decidir, más allá del voto cada cuatro años- en los temas trascendentales para la vida de las personas. El modelo de Estado constituido en la Transición, en el que la Monarquía Borbónica instaurada por el propio dictador, junto a las élites conservadoras, la propia Iglesia, y un bipartidismo que se viene alternando en el gobierno desde entonces, ha constituido un freno para las aspiraciones de la mayoría de la población, y en especial de las mujeres. Hemos tenido que luchar por la defensa de nuestros derechos desde entonces hasta hoy. Actualmente nos encontramos al borde de perder el derecho -limitado- que teníamos a decidir sobre nuestro propio cuerpo.
2.- Proceso constituyente sí. El régimen instaurado en la Transición está herido de muerte. La clase política que apoyó la Constitución deslegitimada y el bipartidismo borbónico como se ha comprobado en las últimas elecciones se encuentra en caída libre. No caben reformas actualmente, con el hartazgo de una ciudadanía expoliada que clama por otra forma de hacer política, pues comprueba día a día cómo se deteriora su vida, cómo pierde derechos y cómo retroceden las libertades. Y en esto las mujeres llevamos la peor parte. Más paro, más precariedad y peores salarios, lo que arroja un 12% más en la tasa de pobreza. Con el deterioro de los servicios públicos a las mujeres nos toca una mayor dedicación a los cuidados de la familia, y el día de mañana sufrir pensiones más bajas.

Adoración Guamán es miembra fundadora del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) y colabora habitualmente con la Asociación por la Tributación de las Transacciones financieras y Acción Ciudadana (ATTAC).

Considero que las preguntas deben ser planteadas de manera conjunta, o incluso a la inversa, el objetivo es abordar el proceso constituyente en cuyo curso podamos pronunciarnos todas sobre la forma del Estado que deseamos.
La abdicación del monarca se produce en un contexto de crisis del régimen, de sus instituciones y actores, esencialmente del bipartidismo, y de cuestionamiento de la propia monarquía derivado, en buena medida, de sus propios excesos. La decisión apresurada y oportunista de la monarquía pretende la realización de un ejercicio de “gatopardismo”, de cambiarlo todo para que nada cambie, colocando a un Borbón más joven y aparentemente sin escándalos como posible “padre” de un nuevo falso consenso en beneficio, una vez más, de las mismas élites.
Evitar asistir como público mudo a un revival de 1978 está en nuestras manos. La abdicación del monarca amplía una ventana de oportunidad que va mucho más allá de la decisión de la forma de Estado. Por tanto, el debate no está solo entre ser partidaria o no de la monarquía o de la república (debate que para muchas está evidentemente superado por la sustancia antidemocrática y profundamente patriarcal de la monarquía, basada en los privilegios por nacimiento y sexo y vulneradora del derecho fundamental a la igualdad), sino en superar el régimen del 78, heredero del franquismo y abordar un verdadero proceso constituyente.
La monarquía, como el bipartidismo, son elementos sustanciales de un régimen de gobierno y de un modelo de sociedad donde el patriarcado, la heteronormatividad y el modelo capitalista neoliberal actúan como un trío inescindible que se necesita y retroalimenta. Un trío de sistemas de dominación que funcionan conjuntamente y que las élites perpetúan
Por ello, aun cuando el cambio de forma del Estado sea necesario, por pura higiene democrática, es imprescindible aprovechar el momento para ir más allá y colocar la apertura de un proceso constituyente como objetivo común de las fuerzas sociales y políticas que rechazan el actual régimen, el bipartidismo, la monarquía pero también las consecuencias del capitalismo neoliberal y del heteropatriarcado sobre la vida de las mayorías sociales. La ventana de oportunidad se agranda y tal vez las elecciones municipales sean el momento de converger en esa amplia plataforma constituyente hacia la III República.

Justa Montero es miembra de Mujeres ante el Congreso.

1.- A la primera cuestión he de responder que sí. Es imprescindible un referéndum. La monarquía es una institución avalada por Franco y durante la Transición el movimiento feminista ya denunció la Constitución como antidemocrática y patriarcal porque establecía claros límites a las libertades y los derechos de la ciudadanía. El más claro ejemplo, y como luego se ha demostrado, es el derecho a decidir de las mujeres si ser madres o no, el derecho al aborto.
2.- Es imprescindible un proceso constituyente porque el régimen de la Transición presenta enormes grietas que se están reflejando en una crisis democrática. Primero como crisis de la representación porque las mujeres no tenemos una representatividad normalizada y para continuar porque tenemos una Constitución que está sirviendo de facto a los mercados y no a las personas. Cuando yo como feminista he gritado en las plazas que no me representan es porque hay una gran distancia entre lo que se está reivindicando en las calles con lo que se está legislando en el Parlamento. Así ha pasado con el derecho al aborto y las enormes movilizaciones en todo el Estado para evitar que salga adelante el anteproyecto de ley de Gallardón.
Es importante un proceso constituyente porque se están quebrando los consensos que fundamentan esta Constitución. Hay que repensar la vida en común entre todos y todas y rediseñar los modelos en los que queremos que se base nuestra convivencia: asegurar una correcta organización afectiva, el derecho a decidir cómo se distribuyen los recursos, la organización territorial, el derecho a una vida libre de violencia… Los distintos feminismos llevan trabajando estos temas desde hace mucho y tiene mucho que aportar en todos los debates. El proceso ha de ser participativo y todos los agentes sociales han de tener protagonismo.
Me parece un proceso necesario y apasionante el que estamos viviendo. Creo que supone un reto para todos los movimientos sociales, en especial para el feminismo, en el que llevamos 40 años luchando por los derechos de las mujeres.

Begoña San José participa en el Fórum de Política Feminista.

1.- Sí estoy a favor de un referéndum, porque creo que, si como revela el CIS en su sondeo de mayo, la monarquía tiene un 3,7 de puntuación por el pueblo, es el pueblo quien tiene que decidir la solución. Como feminista creo que la monarquía hereditaria es una institución anti-igualitaria, en la que las mujeres juegan el papel de asegurar la transmisión de la sangre, vestir bien e inaugurar centros de beneficencia, lo que no representa el papel de las ciudadanas en la gestión de lo colectivo.
La Constitución necesita ya ése y otros cambios, como eliminar la ilegítima introducción en el artículo 135 de la prioridad del pago de la deuda 'pública' sobre el pago de los sistemas públicos y universales de educación, sanidad y atención a la dependencia que garantizan derechos fundamentales. 
2.- Sin embargo, no creo que necesitemos tanto un proceso constituyente, unas elecciones a un parlamento que durante un año priorice cambiar totalmente la Constitución y las demás leyes que se apoyan en ella, como unas elecciones para un cambio de política, porque la receta neoliberal y austeridad no está solucionando el empleo ni la deuda, y sin embargo se está cargando la democracia. La principal aportación del feminismo, que tenemos que hacer conocer y reconocer, es que el reparto social del cuidado, sobre todo de la infancia y de personas en situación de dependencia, es no sólo una necesidad inaplazable, sino un motor de una economía sostenible y una democracia social y real.

Margarita Padilla es ingeniera informática y pensadora sobre las implicaciones sociales de las nuevas tecnologías

1.- Referéndum sí. Me parece un buen momento.

2.-Proceso constituyente también. La cuestión es cómo hacerlo. En los procesos orientados a proceso (valga la redundancia) el proceso en sí a veces es mucho más importante que el resultado. Por eso, cuando decimos que queremos un proceso constituyente se puede matizar si el peso se pone en hacer una nueva constitución o se pone en armar un proceso, (que puede ser muy largo y difícil, que puede tener un final abierto, ahora inimaginado) que nos constituya o reconstituya como sociedad en un mundo global.
En mi sentir, un proceso que nos reorganice como sociedad es un gran desafío, ya que deberá hacerse cargo de la pregunta sobre cómo vivir conjuntamente siendo, a la vez, diferentes en cuanto a creencias, valores, educación, capacidades, intereses...
Cuando cierro los ojos sueño con un proceso constituyente tan largo e interesante que, por el camino, nos haga olvidar que todo esto empezó con la finalidad de redactar una nueva constitución. Un proceso que, por la calidad del propio proceso deliberativo, nos construya como sociedad de tal manera que ya haga innecesario dotarnos de una constitución.
Cuando abro los ojos creo que el referéndum, más allá de su resultado, podría ser ya un paso en este proceso.

Anabel Sanz pertenece a FeminisTalde, organización feminista de Bilbao.

1.- Referéndum sí,consultar a la ciudadanía siempre. Es fundamental que la gente se exprese. Y estaría a favor también de la consulta sobre la autodeterminación de los pueblos. En realidad se trata del derecho a decidir y para el feminismo es fundamental, no en vano llevamos siglos reivindicando el derecho a decidir sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos, no podemos, por tanto, no estar a favor de la autodeterminación de los pueblos y del referéndum.En cualquier caso, eso exige profundizar en la democracia participativa junto a la representativa, y que vaya más allá de votar en las elecciones o en los referéndums: participar deliberando, creando, compartiendo, articulando, movilizando…
2.- Para mí es un momento que llevábamos esperando mucho tiempo. Hay una mayoría social de izquierdas que quiere ejercer sus derechos y que está harta. Debemos tener la suficiente visión estratégica para ser capaces de articular el descontento. En este contexto es increíble la cantidad de mujeres que están liderando movimientos sociales y demostrando una capacidad impresionante. Eso es fundamental para el feminismo, sin embargo creo que los partidos y sindicatos, aún los de izquierda, todavía tienen problemas para poner las cuestiones, mal llamadas, de las mujeres -ya que atañan a toda la sociedad- en el centro del debate y de las reivindicaciones. Es fundamental que haya mujeres feministas en todos los movimientos y partidos y sindicatos y que se establezcan alianzas. En la lucha por el derecho al aborto por ejemplo, la respuesta ha sido muy importante, pero sobre todo de mujeres. Sin ninguna duda el momento político exige abrir varios procesos constituyentes, coordinados entre sí, que se retroalimenten, y las mujeres en primera fila de los debates y de las movilizaciones. 

Paula Rios Curbeira forma parte de Mulheres Nacionalistas Galegas.

1.- Mi respuesta tiene necesariamente que conjugar dos cuestiones básicas: soy feminista y también pertenezco a una de las naciones a las que le es negado el derecho a decidir su futuro en la actual Constitución española, Galiza. La cuestión no es tanto si República o Monarquía como si todas las fuerzas que se declaran rupturistas están por un proceso de repensar y de construir las nuevas relaciones desde la equidad tanto para las personas como para los territorios. Esto únicamente es posible si comenzamos un Proceso Constituyente en el que, por supuesto, no vamos a permitir que nos dejen fuera a las mujeres (de eso ya tenemos la experiencia histórica). Como feminista y gallega no estoy por la vía de cambiar algo para que todo siga igual con otro nombre. Es evidente que la monarquia es una forma de Estado totalmente arcaica. En pleno siglo XXI es un anacronismo un régimen "vitalicio", "hereditario" (en el caso español además por vía del varón) establecido "por la gracia de Dios" y heredado del franquismo. En un espacio verdaderamente democrático y con una visión feminista no tiene cabida ningún rey.

2.-Ya me posicioné en la anterior respuesta. Un proceso constituyente sí, por supuesto. Porque lo que necesitamos las personas es libertad y capacidad para decidirlo todo, [«O povo é quem máis ordena»] y por lo tanto el pueblo, los pueblos debemos hablar y decidir cómo queremos construir nuestro futuro. Ese futuro tiene que ser construido desde un espíritu realmente transformador y rebelde. Debemos iniciar el proceso para una sociedad nueva construida desde la equidad que culmine, en una República Feminista en la que se respete el derecho a la soberanía de las mujeres y, por supuesto, de los pueblos. Yo no quiero una república como la estadounidense.

Estos días en algunas redes sociales aparecían mensajes como «¿Os imagináis que además de no poder decidir entre monarquía o república, también os impidieran decidir sobre vuestro propio cuerpo?». En mi caso como mujer gallega además hay que añadir que en el actual marco no se me permite decidir qué futuro quiero para mi pueblo ¿Por qué debemos participar las feministas con un discurso propio en un proceso constituyente? ¿Qué aportaría el feminismo al mismo? Las feministas debemos estar en este proyecto constituyente por algo bien sencillo: para cambiarlo todo y para que todo cambie es necesario un cambio de verdad, un cambio de paradigma donde la equidad entre las personas sea el centro. Yo no quiero lo mismo con otro nombre. Para una verdadera emancipación social hay una serie de cuestiones que están ya en la agenda feminista y que deben ser integradas para que éste sea el proceso realmente transformador que defiendo:

- Tienen que construirse las bases materiales para una confluencia real en torno a un proyecto emancipador de todas las personas. En este proceso de empoderamiento popular hay que hacer una autocrítica sobre la invisibilizacón de determinados colectivos, el papel de los cuidados (dobles y triples cargas del trabajo)... En esto las feministas llevamos tiempo trabajando, elaborando y haciendo propuestas.

- Se deben dar pasos en la acumulación de fuerzas político-sociales evitando el aislamiento de las personas mayores y migrantes, en especial de las mujeres.

- La república será feminista o no será más que otra versión actualizada del sistema patriarcal que ya tenemos con otro nombre. Reivindico la politización de nuestros cuerpos. Creo que todas las identidades minorizadas deben estar llamadas a constituirse soberanamente en sujetos políticos activos, erradicando dobles y triples discriminaciones.

- Porque como feminista reivindico la interdependencia mutua y recíproca de todas las soberanías (económica, afectivo-sexual, cultural, ecológica, energética, alimentaria...) y como feminista tengo propuestas. Porque como feminista sé que o avanzan todas, o no avanza ninguna.

Y por una cuestión bastante obvia porque o estamos o se van a olvidar de nosotras y van a construir una república de varones... de eso ya tenemos experiencia.